Una quemadura es un daño al tejido corporal causado por la exposición a altas temperaturas (quemadura térmica), sustancias químicas (quemadura química), corriente eléctrica (quemadura eléctrica) o radiación ionizante (quemadura por radiación).
La gravedad de una quemadura se determina por dos factores principales: la profundidad del daño tisular y la superficie corporal quemada. Estos parámetros determinan la estrategia de tratamiento, la necesidad de hospitalización y el pronóstico del paciente.
En la práctica clínica se utiliza una clasificación que divide las quemaduras en cuatro grados según la profundidad de la necrosis del tejido.
Los primeros auxilios adecuados para las quemaduras térmicas son cruciales. Detenga inmediatamente el agente causante de la lesión y enfríe la zona quemada con agua corriente fría durante 10 a 15 minutos. Evite usar hielo, aceite o ungüentos grasos. Después de enfriar, aplique un vendaje limpio y seco sobre la herida.
La consulta médica obligatoria es necesaria en los siguientes casos:
El tratamiento de las quemaduras graves se lleva a cabo en un hospital y tiene como objetivo combatir el shock por quemaduras, prevenir la infección y restaurar la piel perdida, a menudo utilizando métodos quirúrgicos (necrectomía, injerto cutáneo).
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