El lavado de oídos es un procedimiento médico destinado a eliminar tapones de cera o cuerpos extraños del conducto auditivo externo. La esencia del método es el uso de un chorro de agua caliente o solución fisiológica, que a presión expulsa el contenido.
Esta manipulación es una de las formas más comunes y eficaces de limpiar el conducto auditivo. Sin embargo, para que sea segura, debe realizarla un profesional médico, ya que tiene una serie de contraindicaciones y riesgos potenciales.
La principal indicación para el lavado es la presencia de un tapón de cera que cause síntomas como pérdida de audición, congestión, ruido en los oídos o mareos.
El procedimiento está totalmente contraindicado en los siguientes casos:
Antes de la intervención, el médico siempre realizará una otoscopia para asegurarse de la integridad del tímpano y de la presencia de un tapón. El paciente se sienta con la cabeza inclinada hacia el lado de la oreja enferma. El médico endereza el conducto auditivo tirando del tímpano hacia arriba y hacia atrás, y dirige un chorro de líquido desde una jeringa especial (jeringa Janet) a lo largo de la pared posterior-superior del conducto.
El líquido lava el tapón y lo empuja hacia fuera. Es importante que la temperatura de la solución se aproxime a la temperatura corporal (unos 37 °C), ya que el uso de agua fría o caliente puede provocar mareos intensos (reacción vestibular).
Las posibles complicaciones si se realiza incorrectamente incluyen la perforación de la membrana timpánica, el desarrollo de otitis externa, mareos y acúfenos.
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