La inflamación catarral es un tipo de inflamación exudativa que se desarrolla exclusivamente en las membranas mucosas. Su característica principal es la formación abundante de exudado líquido, que puede ser seroso (acuoso) o mucoso, y el enrojecimiento del sitio de la inflamación.
Esta es una de las formas más comunes y, por lo general, más leves de reacción inflamatoria. En esencia, se trata de una respuesta típica de las membranas mucosas que recubren el tracto respiratorio, el tracto gastrointestinal y otros órganos a la irritación o infección.
La inflamación catarral puede ser causada por diversos factores: virus (por ejemplo, rinovirus), bacterias, alérgenos o irritantes químicos y térmicos.
El mecanismo fisiopatológico es el siguiente: en respuesta a una lesión, los vasos mucosos se dilatan (hiperemia) y se vuelven más permeables. Esto provoca la liberación de la parte líquida de la sangre (exudado seroso) a la superficie. Simultáneamente, la irritación estimula las células caliciformes y las glándulas mucosas, que comienzan a producir un exceso de moco (mucina), que se mezcla con el exudado.
Las manifestaciones clínicas de la inflamación catarral son bien conocidas: constituyen las etapas iniciales de muchos resfriados.
La inflamación catarral suele tener un pronóstico favorable. Puede resolverse por completo una vez eliminada la causa, sin dejar defectos tisulares. Sin embargo, si se produce una infección bacteriana o el sistema inmunitario se debilita, puede evolucionar a una forma más grave, como una inflamación purulenta.
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